YO DIGO SÍ A LA PAZ

YO DIGO SÍ A LA PAZ

martes, 5 de marzo de 2013

RCN Y SUS TRES CAÍNES

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

Como canal productor de noticias y de entretenimiento, RCN televisión legitima el orden establecido, a través de la producción y emisión de series como El Patrón del Mal, Corazones Blindados y con su más reciente producción, Los Tres Caínes (2013).

Como actor social, político y económico de la sociedad civil es perfectamente legítimo que el Canal RCN, como organización, defienda, valore y propenda por el mantenimiento de unas condiciones contextuales generadas por los sistemas político y económico, que lo benefician en tanto hace parte de la industria del entretenimiento. Eso no está en discusión, pero lo que sí resulta cuestionable es su efectivo rol de generador de violencia simbólica, con la que millones de colombianos terminan comprendiendo las complejas realidades del país.

El tratamiento apologético de la violencia que se exhibe en dichas series televisivas se construye bajo dicotomías moralizantes (El bien y el mal; lo malo-lo bueno, lo correcto- lo incorrecto; lo legal- lo ilegal), culturalmente aceptadas, que si bien terminan por validar el uso de la siempre triunfante fuerza legítima del Estado, coadyuvan con la siembra de pérfidos valores sociales en sectores sociales con una baja cultura política, en el contexto de una educación de mala calidad y una cultura en la que sobresale la imagen del Gran Macho.

Al final, sectores específicos de las audiencias que consumen aquellos productos de RCN, aceptan como referentes éticos y morales las acciones y actuaciones de sicarios, militares y mafiosos, que confluyen en el inconveniente imaginario del Gran Macho que los acompaña y sobre el que aún gravita la cultura colombiana.

Ejemplos claros de lo anterior son las representaciones televisivas (no noveladas) que se hicieron de líderes mafiosos, como Pablo Escobar y los hermanos Rodríguez Orejuela, en la exitosa producción, desde lo comercial y desde el rating, Escobar, el Patrón del Mal.  

Ahora el poderoso canal de noticias y de entretenimiento exhibe con orgullo Los Tres Caínes, una serie inspirada en las vidas de Fidel, Carlos y Vicente Castaño, hijos de un mismo núcleo familiar, reconocidos inspiradores y agenciadores del paramilitarismo en Colombia.


En los anuncios promocionales, RCN utiliza apartes de escenas ya grabadas de Los Tres Caínes, en los que de manera abierta y clara se vende la idea, a manera se sentencia, de que ser de izquierda y ser guerrillero es un error que se paga con la muerte. En algunas de las escenas utilizadas para atraer a las audiencias, se escucha a Fidel  Castaño[1] diciendo: hay que acabar con todo lo que sea de izquierda. En la frase no se hace distinción entre izquierda armada e izquierda democrática, lo que de inmediato pone a quienes siguen dicha ideología, en una especie de lista de muerte, de una derecha armada (ultraderecha) que jamás es presentada como tal por el Canal y en general, por el grueso de los colombianos, que parecen reconocer sólo la existencia de una inconveniente izquierda.

Desde el ámbito político, RCN, con sus producciones noticiosas y sus series, reviven viejos conflictos ideológicos, propios de la guerra fría, para insistir en que ser de izquierda, comunista o socialista, o sindicalista, no sólo es inconveniente, inaceptable, sino peligroso, de allí la necesidad de actuar antes para liquidar o neutralizar  el peligro, es decir, la propagación del pensamiento comunista, socialista o de izquierda, lo que se traduce en la necesidad de desaparecer a los comunistas, guerrilleros y gente de izquierda.

Así mismo, la frase hay que acabar con todo lo que sea de izquierda puede ser recibida por las audiencias como un valor político en tanto quienes matan guerrilleros y gente de izquierda, están ayudando a construir un mejor país.

Dicha sentencia hay que mirarla en un complejo contexto que va desde el poder de penetración de la televisión y el gusto que ha podido despertar en las audiencias colombianas este tipo de series, pasando por la animadversión social que generan las Farc en sectores urbanos y las resistencias que hoy subsisten al proceso de paz que se lleva a cabo en La Habana, Cuba, entre la cúpula fariana y el Gobierno de Juan Manuel Santos. En este punto, el noticiero Noticias RCN viene ayudando al fortalecimiento de esa animadversión hacia las Farc, a través de tratamientos noticiosos tendenciosos de hechos de guerra, presentados como actos terroristas[2].

No es gratuito que la serie Los Tres Caínes aparezca ahora cuando el proceso de paz avanza hacia acuerdos tangibles entre las partes, a juzgar por lo que dejaron conocer ayer 04 de marzo las Farc y el Gobierno a través de los medios masivos. La serie televisiva no sólo vehiculiza la postura política del propietario del canal RCN, Carlos Ardila Lülle, sino que recoge los odios, resquemores, dudas y miedos de quienes de tiempo atrás se oponen a la búsqueda de una salida negociada al conflicto.

A través de una espectacular representación de hechos reales, Los Tres Caínes, como producto comunicativo, termina por apoyar las versiones, los relatos y los hechos de una historia oficial que oculta verdades, en especial en torno al nacimiento, crecimiento y fortalecimiento del fenómeno paramilitar, convertido en poco tiempo en la empresa criminal más fuerte de Colombia.


La Televisión: problema y solución

Mucho se ha discutido alrededor del poder de penetración de la televisión, de los medios masivos y en general, de la llamada industria del entretenimiento. Que la educación entretiene, informa, educa y forma conciencias, es cierto, pero no es el único instrumento de dominación y control cultural, así como de socialización. La familia y la escuela suelen jugar también en ese complejo proceso de socialización en el que aprendemos a vivir juntos o por el contrario, terminamos por legitimar la venganza, gracias a la histórica debilidad de la justicia y del Estado  como orden político, social y económico. Los Tres Caínes, sin duda, alimentan la venganza como un valor político y social para quienes de diversas formas han sido víctimas de los actores armados enfrentados en la guerra interna, en especial quienes han sido víctimas de las guerrillas.

La forma como las audiencias consumen productos comunicativos como novelas y series como Los Tres Caínes o los informativos, resulta clave a la hora de medir los efectos logrados por estas producciones. Normalmente, la gente se sienta frente a la pantalla para descansar de la rutina. No se suele exponer a la televisión con la actitud de discutir, pensar y cuestionar una realidad. Eso lo hacen muy pocas personas. Al respecto, Victoria Camps señala que “uno acude a la televisión para descansar, no para ponerse a pensar[3].

Se suma a la disposición cognitiva con la que se suelen consumir series de televisión y noticieros, las circunstancias contextuales (culturales) en las que las audiencias y cada uno de los espectadores viven dentro de un territorio y dentro de un Estado.

La extensa y degradada guerra interna de Colombia colabora en grado sumo a que series como Los Tres Caínes se entiendan de  acuerdo con el nivel de comprensión del fenómeno de múltiples violencias que ha generado la guerra interna, la orientación ideológica y el culto a una tradicional sociedad machista, que suele resolver los problemas a través de los golpes, las amenazas, la venganza y la muerte, acciones que se sostienen en una idea del Gran Macho.

Camps señala que “la televisión ha de cuidar sus contenidos. En dos sentidos: debe pensar en una televisión propiamente educativa, que sirva de complemento y de ayuda al sistema educativo. Por otra parte, debe interiorizar  la idea de que la televisión, haga lo que haga, puede hacerlo formando y educando, en especial cuando se dirige a un público inmaduro[4].

Sobre esta última frase, justamente, debería de girar a preocupación del Ministerio de Educación y en general, de la Academia, por cuanto hay claras evidencias de que hay millones de colombianos con muy poca capacidad para discernir, con amplitud de criterios y calidad argumentativa, alrededor de eventos y acciones militares propias de un conflicto armado interno.

La sociedad colombiana, en su conjunto, y en especial sectores poderosos, no han entendido la complejidad de la guerra interna. Por el contrario, los colombianos estamos acostumbrados a escuchar lecturas parciales y parcializadas, ideologizadas si se quiere, que históricamente han evitado que comprendamos las causas y las consecuencias del conflicto armado interno.

Los niveles de ignorancia, la falta de una cultura política, la baja cultura y la no existencia de una pedagogía para la guerra y para la paz, son elementos contextuales que hacen posible que millones de colombianos consideren como verdad absoluta e irrefutable, lo que se dice tanto en series televisivas como Los Tres Caínes, como en noticieros.

Mientras ello sucede, el Estado poco hace para diseñar políticas públicas de comunicación que de alguna manera contrarresten los mensajes y los imaginarios que entregan y que posicionan series televisivas y noticieros. Al no haber un contra discurso estatal y mucho menos, los que la Academia u otros sectores puedan producir, productos comunicativos como Los Tres Caínes terminan por validar la venganza y por afectar el sentido de la democracia, en especial en lo que toca a respetar y reconocer el pensamiento divergente.


[1] Representado por el actor Gregorio Pernía.

[2] Sin duda, las Farc han apelado al terrorismo, pero el ataque a una patrulla militar es una acción militar, dentro de un conflicto armado degradado, en el que las partes insisten en no respetar las normas del DIH. Por ejemplo, la retención de policías o de militares no puede considerarse como secuestros, puesto que dentro de una guerra, es posible y probable que las fuerzas enfrentadas capturen a miembros enemigos.

[3] CAMPS, Victoria. El malestar de la vida pública. Barcelona: Grijalbo. 1996. p. 118.

[4] Ibid.  CAMPS. p. 119.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ARDILLA LULLE ES UN FASCISTA, SU CANAL SOLO ES UN INSTRUMENTO DE PROPAGANDA, HAGAMOS UNA CAMPAÑA NO MAS RCN, NO MAS INTOXICACION AL
POBRE TELEVIDENTE.

Anónimo dijo...

SOLO BASTA VER EL NOTICIERO RCN PARA ESCUCHAR EL ODIO QUE DESTILA VICKY DAVILA, Y LA PARA NADA RECORDADA GURISATTI, SIMPLEMENTE SON INSTRUMENTOS DE PROPAGANDA QUE REPITEN COMO LORAS LO QUE LOS PATRONES MANDAN.